Ante todo disculparme por mi larga ausencia de los mundos de la red, pero entre unas cosas y otras mi retorno se demoró más de lo deseado. Aprovecho esta vuelta para hacer algo que aun no había hecho, pero que considero una acción lógica dado el cariz de mi blog: hacer una crítica literaria. Aunque ahora que lo pienso, yo no sé hacer eso, así que como es la primera vez haré lo que me salga, y si no es crítica, que sea lo que dios quiera.
Esta mañana, de vuelta a casa, sentado en el metro, terminaba mi primer "libro de viajes". Este género es aquel que mediante la literatura hace un recorrido por una ciudad o región, intentado en no caer en las descripciones que tanto nos encontramos en las guias de viaje. Por lo tanto no confundir este tipo de literatura con las susodichas guias.
El libro en cuestión llegó a mis manos gracias a un poco de caradura por mi parte y desde aquí mi agradecimiento a quien me lo "regaló".
Se titula Vida veneciana de William Dean Howells. El libro es una descripción de cuatro años que este personaje pasó como diplomático en la ciudad de Venecia allá por 1860.
Lo primero que me llamó la atención de este libro es que ya de por sí es un libro histórico, quiero decir que ya han pasado 150 años desde que se publicara y por lo tanto, en ese tiempo, ya es historia para nosotros. De hecho, en ese momento, se estaba librando la guerra de Secesión americana, y eso, lo hemos estudiado todos. Por lo tanto al acercarme al libro lo hice,además de con el interés por conocer un nuevo tipo de literatura para mí, con el entusiamos de ver como alguien de la calle veía la sociedad que lo rodeaba y sobretodo como la sentía.
Una cosa de la que no consigo quitarme de la cabeza es la increible sensibilidad de este tal Howells. Siempre caemos en los tópicos cuando se refiere de nacionalidades, y este hombre, por ser americano, me lo esperaba como sus otros compatriotas actuales: totalmente carente del más mínimo conocimiento ni cultura básica. Pero nada más lejos de la realidad. Un personaje con una capacidad de escritura y de apreciar los pequeños detalles que poca gente posee. Conforme leía sus palabras recordaba las esquinas por las que yo mismo había caminado, o intentaba recordar por donde hubiera ido o como llegar a tal o cual lugar que era descrito. He vuelto a descubrir Venecia.
Durante todo el libro no sólo recorres los canales sino que haces un pequeño viaje por la historia de Venecia (creo que pocos la conocen realmente) y se agradece este aporte sobre la ciudad que gobernó el mar durante tanto tiempo, aparte de que estos relatos ya se dejan disfrutar por sí solos. Y la verdad es que si ya la imaginación de uno vuela cuando te describen algun palazzo, es increible lo alto que llega a hacerlo con estos relatos.
La sensación que me ha dejado es la misma que tuve al irme de Italia: una nación rica en arte y cultura pero sumida en una pobreza y una tristeza que emana de todas las esquinas por las que uno camina. Pobreza en las paredes, en las casas, en las calles. En ningún momento ha dejado de acompañarme una sensación brutal de pobreza. Eso sí, de una pobreza idílica y romántica.
De lo más interesante que he encotrado durante el libro ha sido la forma de acercarse Howells a las diferentes culturas o la forma de observarlas. Pues no solo vemos la veneciana o la italiana, además habla de los judios cuando habla del ghetto, y dá pinceladas sobre americanos, ingleses, franceses o alemanes. Como ya decía antes, es un libro de gran valor histórico, y estas descripciones no hacen más que confirmar mi afirmación.
He encontrado de lo más gracioso ver descritos a los italianos de hace 150 años y ser tan parecidos a los de hoy en día. Al leer las líneas no he parado de sonreir al recordarme en situaciones parecidas a las que describía o ver que ciertas costumbres italianas siguen vigentes hoy en día. Por cierto, la mención de un Garibaldi vivo es algo que me ha conmovido en lo más profundo.
Debo decir que durante la descripción del barrio judío estuve especialmente atento ya que quería ver como un americano miraba a los judios . Pues de todos es sabido que este pueblo jamás, en la historia de nuestro mundo, ha sido respetado ni ha dejado de sufrir ofensas. Creo que la opinión de nuestro autor, aun alejándose de racismos o estereotipos, sí cae en algo de rechazo al referirse a ellos.
Por supuesto, si considero que estoy haciendo una crítica no puedo dejar de escribir sobre su estilo y forma. Algo que puede ser tan aburrido y monótono como describir una calle o un palacio es algo que en manos de este americano se convierte en un constate gozo y disfrute, con un estilo suave y sencillo, que adornado con esa sensibilidad que ya he menacionado, nos hace caer en una lectura deliciosa y entretenida.
Al cerrar el libro he deseado con todas mis fuerzas volver a Venecia a brindarle esa oportunidad que le dió Howells al poder disfrutar de tantos años allí y llevarlo a él bajo el brazo.
PD: Howells nos narra cómo llegaron las palomas a la plaza de San Marcos.
La foto de la portada está impresa del revés
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