Yo no soy Joyce: Death Note de Tsugumi Ohba y Takeshi Obata

Si los jueves están dedicados al cómic, ¿por qué me he ceñido sólo al europeo y al americano?, eso me estaba preguntando a la de si hora de hacer un post sobre manga o no. Al final ha sido que si, por la simple razón de que es otra vertiente de la viñeta y sobre todo por que este manga en especial se lo merecía.

Reconozco que conocí esta obra por su adaptación al anime (no soy muy de manga) y que si me he acercado a su formato en papel ha sido por la increíble impresión que me dejó. Ahora sólo nos ceñiremos al manga.

Light Yagami es un joven japonés de 17 años, modélico en todo lo que hace. Un día recoge una libreta que un shinigami tira al mundo humano, una Death Note, que dice que hará que muera cualquier persona que sea escrita en sus páginas. Light se enfrenta, después de probar su veracidad, al dilema de si usarlo y de qué manera. Optará por la un camino divino, erradicar el mal del mundo eliminando a los criminales. Será el Dios del nuevo mundo, pero desde la oscuridad, sin darse a conocer. Con el paso del tiempo, Kira, como se le conocerá a través de los medios, adquirirá tal importancia en la gente que empezará a ser considerado de verdad como un dios. Pero también deberá enfrentarse a la policía, la justicia, y sobre todo a un detective en especial "L", que sin dar a conocer su identidad tampoco, intentará capturar a Kira, el joven Light.

Con una temática algo polémica, sobre la capacidad de una sola persona de asesinar impunemente debido a su final justo, entendiendo a lo Maquiavelo que el fin justifica los medios, esta obra crea un universo donde podemos plantearnos esta pregunta e incluso llegar a respondérnosla. Pero lo más impactante es ese juego del ratón y el gato en el que ambos personajes, "L" y Kira, se enfrentan en duelos intelectuales a la altura de Moriarty y Holmes, con deducciones imposibles (pero plausibles), con pesquisas e interpretaciones donde hasta el más mínimo detalle es importante.

Un historia llena de personajes redondos, de tramas magníficas y de un ritmo acelerado donde ficción y fantasía son consideradas como normales.