Yo no soy Joyce: Cuentos californianos de Bret Harte

jueves, 25 de febrero de 2010

Cuentos californianos de Bret Harte

¿Qué haces cuando te dicen que debes leer determinado libro si quieres aprender a escribir antes de los 30? Obviamente saltas corriendo de donde estás, coges dinero y vas en busca de tu librería de siempre o ni eso, vas a la primera librería que encuentras abierta y te haces con el ejemplar de susodicho libro.


Este fue mi caso al recomendarme Cuentos Californianos y ahora que lo he terminado entiendo el por qué de dicha afirmación. Son cinco cuentos basados en la vida californiana del salvaje oeste, pero unos cuentos muy sencillos, tanto en forma como en fondo. En una escritura llana se transmite una historia para nada complicada. Bret Harte no inventa absolutamente nada, su genio no está en eso, sino en algo más sencillo, pero a la vez muchísimo más complicado, darle la perfección a los modelos existentes. La perfección de una literatura, de un cuento.

Navona recopila lo que está considerado lo mejor de la obra del autor y son estos cinco cuentos:

La suerte de Roaring Camp: En un campamento minero en el corazón de California  la única mujer da a luz, algo completamente nuevo en un mundo donde lo normal es ver morir y por ello el pequeño bebé agitará las bases de lo más hondo del corazón de esos salvajes.

Los marginados de Poker Flat: Aunque en la mayoría de los asentamientos podía reinar el caos en otros se intentaba llevar una vida lo más moral posible y ello conllevaba la expulsión de los miembros moralmente menos dotados. Así un grupo es expulsado y va en busca del asentamiento vecino. En el camino se encuentran tanto con un matrimonio joven que huye como con una tormenta de nieve que los obliga a buscar el cobijo más cercano.

Miggles: Una diligencia debe dar un rodeo debido a la crecida del río que han de cruzar y van a pasar la noche a una hacienda que hay cerca, la de Miggles, una joven hermosa, de buenas curvas y formas un poco hombrunas, que fascina a los hombres y desagrada a las mujeres. Allí vive ella con un inválido y un oso después de alguna que otra desventura. Me recuerda a la escena dentro de la casa de La diligencia de John Ford.

El socio de Tenesse: Dos socios comparten trabajo y vida e incluso terminan compartiendo mujer, y en vez de separarlos, cuando la mujer deja al segundo de ellos por un tercer tipo, los une mucho más. Pero Tenesse no es demasiado honrado y termina siendo condenado a la horca. 


El idilio de Red Gulch: Una joven profesora y un ex-borracho comienzan a verse de vez en cuando y a ella parece no desagradarle demasiado. Pero el antiguo pasado del borracho reconvertido hace su aparición y decide la suerte de ambos.


Resalta mucho como el hombre del oeste estaba condicionado por la naturaleza. Durante tres de los cinco relatos es la fuerza de la naturaleza la que determina el sino de los personajes. En aquellos momentos parece que no se podía hacer absolutamente nada para resguardarse, por ejemplo, de una tormenta salvo esperar que pasara y luego intentar recuperarse de lo perdido. Y no hay trasfondo más sencillo que ese. Luego parece que ese trasfondo se complica algo más, cuando son la moral del hombre y el amor los que se convierten en factores principales del cuento.
Una de las facetas de estos cuentos que me parece inmejorable por su contemporaneidad es la que nos describe cómo era la vida en el lejano oeste americano hasta en el más mínimo detalle.

Lo dicho, que si quieres aprender a leer antes de los 30, es un libro imprescindible para que dejemos de devanarnos los sesos en estilos recargados y temáticas rocambolescas y que entendamos que, a veces, lo más simple es la opción más acertada.

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